jueves, 22 de octubre de 2009

Olimpo radical. Por: Ramiro Bejarano Guzmán.

De Ubico a Uribe


Octubre 21 de 2009
Jorge Ubico, presidente guatemalteco entre 1931 y 1944, por rendirle culto a su ambición reeleccionista, terminó convertido en un dictador. Aunque hizo cosas positivas, en dos ocasiones reformó la Constitución para hacerse reelegir, hasta que todo terminó mal.

A pesar de que Ubico gozaba del aprecio general, incluido el Gobierno americano -al cual le autorizó la instalación de tres bases militares-, fue derrocado por una protesta generalizada que se inició cuando a este tirano le dio por perseguir a los estudiantes.. En efecto, los jóvenes de la época se congregaron en manifestación y fueron atacados con bombas de fósforo. El pueblo enardecido no perdonó tan aleve e inhumana agresión y, por cuenta de esa decisión tan brutal, el otrora mandatario imbatible cayó, para morir en el destierro dos años después.

Recordar a este personaje guatemalteco viene como anillo al dedo, ahora que Uribe ha decidido convertir en criminales a los estudiantes de la más importante universidad pública, la Nacional, por un bochinche habilitado de secuestro.

El asustadizo y mediocre rector de la Nacional prendió la mecha de una infamia al calificar de secuestro lo que no fue más que un simple tumulto definido en el Artículo 104 del Código Nacional de Policía, de esos que se presentan en todas las universidades del planeta. El tumulto no es un secuestro ni un delito, tampoco genera sanción si las personas acatan las órdenes de la autoridad de disolverlo, como ocurrió en la Nacional, pues los estudiantes liberaron al rector antes de que Uribe mandara un contingente de policías.

La obsesión presidencial no sólo desencadenó que la Policía irrumpiera en la universidad cuando ya había cesado todo el ruido, sino el ofrecimiento de una recompensa de $50 millones a quien revele la identidad de los responsables del “secuestro” del acusetas rector de la Nacional, quien parece estar más preparado para dirigir un jardín infantil que el más importante centro académico del país.

Por fortuna, el juez que atendió la insólita acusación presidencial no se tragó el cuento y dejó en libertad a los detenidos, muchos de los cuales no eran estudiantes de la Nacional y otros ajenos a los sucesos. Los afanes inquisitorios casi acaban en ‘falsos positivos’..

Lo que los estudiantes de la Nacional hicieron no fue nunca un secuestro, pues no retuvieron a su rector con el propósito de exigir por su libertad un provecho o utilidad, o para que hiciera u omitiera algo, y ni siquiera con fines publicitarios, que es lo que tipifica ese execrable delito. En el peor de los casos, la congregación estudiantil que degeneró en tumulto daría para una investigación disciplinaria y sanción interna, pero jamás para criminalizar a unos jóvenes que lo único que querían era que un rector aculillado les explicara la preocupante situación económica de su universidad. ¡Vaya delincuentes tan raros!

Si Uribe no conoce la historia de Ubico en Guatemala, debería informarse, porque ese ensayo de hacerse elegir tres veces, cambiando la Constitución en dos ocasiones, para terminar disparando con todo a los estudiantes, ya está probado que es el camino a la desgracia.

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